aguadas de verano
El islote Haverbeck no abrió este verano, es decir, abrió un par de semanas pero el nuevo concesionario se pensó que estaba administrando Miami Beach y subió la entrada a las nubes. Mal negocio. EL islote sigue siendo lo que es: un peladero de juncos y pastizales, de viento y pájaros, apartado del mundanal ruido por el río Cruces, un lugar más bien para meditar que para veranear. Bueno, también tiene su sector semi-taquilla, piscina (mini), juegos (viejos y rotos), cafetería (cruzan rápidamente el brazo del río para ir a comprar pan cuando uno pide un sandwich) y cabañas (dos, enormes y caras). Pero nunca hay más de 10 personas. Es grande y chico, tiene varios lugares, bosquecillos de sauces, playas, gallineros, ruinas del terremoto, barcos, muelle, puedes estar solo o con gente, se ve la ciudad, a veces se escucha, pero se esta fuera, lejos. Tan lejos tan cerca. Este verano, la verdad, me faltó el islote.
posted by elisa cordero at 3:47 p. m.
6 Comments:
pero Elisa!!!! con tanto islote alrededor y te falta uno!, pues no amiga. Vives en un lugar en el mundo rodeada privilegiadamente de belleza que muchos los de estas latitudes quisieran tener... todo lo que tu ves alrededor es hermoso. un besito y te echo de menos... casi te voy a visitar pronto.
Elisa: mira mi blog multimedico... es que he encontrado cosas guay cachureando por la blogosfera..
Meditar no debería costar nada. Hermosas las acuarelas. Abrazo.
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No me creerás, pero nunca he estado en el Islote.. Y quisiera estar ahí ahora mismo. Tu descripción de viento y pájaros, bosquecillos de sauces, playas, ruinas del terremoto, barcos, muelle, me llama. Se me viene a la memoria un paseo en lancha que hice con mi madre cuando niño de unos 10 años a la Isla Carboneros, frente a Carboneros, y que entiendo se llevó la mar el 60. Nos llevó un pariente valdiviano. Nosotros vivíamos en Temuco. Había un gran cascarón de un barco encallado en un claro entre arbustos y árboles, todo oxidado. Yo quería entrar. También la hija de de ese pariente de más o menos mi edad con la cual recorrí la isla, a veces de la mano. En algún momento nos dimos un beso que nos asustó. Sin embargo no nos dejaron. Esa imagen del barco varado en medio de la isla, el beso furtivo y huidizo, me llama. Quiero estar ahí, de pie frente al rio, los restos de ese gran barco en mi memoria y las ruinas del terremoto, con los pájaros y el viento en mi rostro. Pero tal vez no, si voy, lo más probable es que la dura realidad destruya todo lo hermoso que tengo en la memoria y la imaginación que se confunden en mi cabeza en un todo irreducible a la realidad. Las imágenes de tus acuarelas con esas hermosas aguas fluyendo descansada y pesadamente hacia el mar, la baliza y los juncos, son desde hoy y serán para mí, parte también irreducible de mi memoria e imaginación ancladas en ese día de sol, viento y pájaros de mi infancia. Gracias, Elisa!
Germán
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