aguadas de verano
El islote Haverbeck no abrió este verano, es decir, abrió un par de semanas pero el nuevo concesionario se pensó que estaba administrando Miami Beach y subió la entrada a las nubes. Mal negocio. EL islote sigue siendo lo que es: un peladero de juncos y pastizales, de viento y pájaros, apartado del mundanal ruido por el río Cruces, un lugar más bien para meditar que para veranear. Bueno, también tiene su sector semi-taquilla, piscina (mini), juegos (viejos y rotos), cafetería (cruzan rápidamente el brazo del río para ir a comprar pan cuando uno pide un sandwich) y cabañas (dos, enormes y caras). Pero nunca hay más de 10 personas. Es grande y chico, tiene varios lugares, bosquecillos de sauces, playas, gallineros, ruinas del terremoto, barcos, muelle, puedes estar solo o con gente, se ve la ciudad, a veces se escucha, pero se esta fuera, lejos. Tan lejos tan cerca. Este verano, la verdad, me faltó el islote.